En esta ocasión nos desplazaremos un "poquito" lejos, con destino a Japón,
concretamente a Narita, una ciudad
localizada en la Prefectura de
Chiba, al este de la isla principal de Honshu, (principal isla
del archipiélago japonés),
en la bahía de Tokio, región
de Kanto. Situada en la montañosa península
de Boso y beneficiada
por la corriente de Kuroshio
o "corriente negra", razón por la que Chiba goza de un
agradable clima, relativamente cálido en invierno y fresco en verano.
En
el "mundillo" de mi maleta, siempre parto con la frase, -yo
elijo las historias que están por suceder-, y a partir de entonces, comienza la
aventura de cualquier viaje.
He
aprendido que nunca será como lo tienes planificado, y eso es lo que aporta el
valor añadido, el toque personal y la experiencia única e intransferible que
vives y "cuesta" trasladar, contar a tus amigos o lectores que quizá
escojan como destino, en este caso, un país tan "especial" como lo es Japón.
Desconozco
si este mismo sentimiento es compartido por personas de otros países o
regiones, pero como cubana, y desde el momento en el que puse un pie en este
país, sentí algo diferente, muy diferente... Es un lugar, donde la
cultura milenaria persiste y cuyas tradiciones no solo perduran hasta el
día de hoy, sino que se consideran patrimonio cultural protegido. El arte,
tiene en la cultura japonesa un gran sentido introspectivo y de interrelación entre
el hombre y
la naturaleza,
igualmente en los objetos que le envuelven, desde el más ornado y enfático
hasta el más simple y cotidiano. Esto se pone de manifiesto en el valor
otorgado a la imperfección, al carácter efímero de las cosas, al sentido
emocional que establece con su entorno.
Y es
que los japoneses tienen un elevado grado de vinculación con su obra,
sintiendo los materiales como parte esencial de su vida y de su comunicación
con el ambiente que les rodea.
He
tenido el privilegio viajar, conocer muchas ciudades, aeropuertos, estaciones
de trenes, metro y autobuses, hoteles, restaurantes, etc., pero cada uno de
estos "rincones" o lugares en Japón, son adictivamente contrastantes
y peculiares. Esos pequeños detalles que notas en la cultura, la gente, los
paisajes, los templos, te cautivan de tal manera que quieres conocer más y más.
El
japonés es muy "suyo". Educado, marcado por su cultura, sus
reverencias constantes, su comunicación a través de los gestos, su timidez
extrema y sus efusivas y amables bienvenidas en locales y restaurantes, son carta
de presentación que los hace únicos.
No
te será extraño ver a una señora vistiendo un tradicional Kimono y a pocos
pasos más adelante verás un grupo de Otakus, (palabra para definir a un grupo
de personas con obsesiones con algún tipo de anime, videojuego u otra cosa, al
punto que se visten de tal, en términos coloquiales: nerds o geeks). Este
contraste de la tradición y la modernidad más extrema, hace de las calles de
Japón lugares muy entretenidos, con tan sólo sentarte, y observar durante horas
a las personas pasar.
Con
tanto rodeos, lógicamente ya me había ido por los cerros de Úbeda...Y es que
son tantas cosas por contar!!!
Como
dato curioso quiero apuntar que el término prefrectura ha sido usado para denominar un órgano
de gobierno o área territorial desde los tiempos del emperador romano
Constantino I, quien dividió el imperio en cuatro prefecturas, cada una
dividida en diócesis.
Japón
en la actualidad consta de 47 prefecturas, en principio existieron cerca de
trescientas. Con el tiempo, se fusionaron hasta las actuales, algunas de las
cuales son Hokkaido, Miyagi, Fukishima, Saitama, Chiba, Shizouka, Nagano y
Tokio.
En
Chiba está el principal Aeropuerto Internacional de Narita, que actúa
en Tokio y es el más grande de Japón.
Otro
dato curioso, es que la mayoría de los visitantes "pisan"
Japón en Narita, pero son pocos los que conocen la ciudad, que goza de gran popularidad
entre los japoneses. Cada año, alrededor de 13 millones de fieles acuden al
gran templo Naritasan Shinshoji,
y a la celebración de importantes festivales como el estruendoso
Gion
o "festival de los tambores"
o el
espectáculo indescriptible de los cerezos
en flor,
que
atraen a un público muy numeroso.
El
recorrido por las calles de Narita es entretenido y sobre todo curioso, los
puestos con infinidad de "bichejos" como saltamontes, cigarras
fritas, gusanos de seda, larvas cocidas y galletas de arroz con la avispa
sphex, así como otras especies envasadas al vacío y acompañadas con
salsas de color naranja u otros aderezos, que miramos con algo de "repeluz",
pero a su vez entendiendo que insectos,
arácnidos, y en general los artrópodos, son una rica fuente de proteínas y que
en muchas partes del mundo son consumidos normalmente.
Por
otra parte, la repostería japonesa posee
un toque exótico, sus dulces de gran
colorido, su presentación y empaquetado con la delicadeza de unas manos,
que sin perder el más mínimo detalle hacen de ello un auténtico
placer...dependientas con arte y estilo, vestidas con sus kimonos
tradicionales, hacen que te quedes pegado al escaparate como una lapa,
espectáculo que forma parte de un recurso para captar al goloso cliente.
En
los restaurantes por costumbre encontrarás en la puerta una nativa, que con
ademanes y gestos muy ceremoniales, innatos de su cultura te dará la bienvenida,
sin dudas con su kimono e invitándote a pasar con agrado, para degustar su
variada gastronomía.
Ver
a la entrada un pequeño estanque de anguilas apelotonadas sin poder moverse, a la espera de ser
atrapadas por el artista, que aún vivas, en caliente, con habilidad y destreza
las prepara y hace del espectáculo todo un ritual,(como el más afamado
cirujano). Mezclado con el sonido desagradable de soplar las sopas ardiendo, y "rechupetear" los fideos, evitando quemarse la
punta de la lengua... Es lo cotidiano, la mayoría de los japoneses
pueden comer y beber comidas muy calientes sin problemas, doy fe de
ello...
Y
las anguilas son una especialidad, un manjar.. a la parrilla están
buenísimas!!!. Las recomiendo con una cerveza bien fría.
Las
tiendas de amuletos y de venta de bichos "raros" expuestas en grandes
frascos de cristal, curiosas y llamativas para el viajero ávido de impregnarse
con una cultura tan diferente, no pasan desapercibidas. Todo en su conjunto,
hacen de Narita una ciudad muy acogedora y apacible, un lugar
auténtico. Sus construcciones tradicionales y calles muy limpias, invitan a
perderse. Y si tienes la suerte de pillar una época donde se festeja
alguna tradición vivirás una experiencia increíble.!!!.Siendo un pueblo pequeño
todo está muy cerca para recorrerlo y disfrutando, en un ambiente de paz y
armonía.
Alquilamos
un apartamento bastante cerca de la calle
Omotesando, nuestra estancia allí, (por motivos de trabajo)
sería
larga, y teníamos que garantizar comodidad y la mejor comunicación
posible.
Nuestro
único vehículo previsto sería la bicicleta para movernos por la zona y
conocerla a fondo, callejeando y descubriendo cada rincón, recomendado por los
amigos que nos entregaron el testigo de una nueva aventura.
Omotesando es una calle emblemática, y dinámica, turística y peculiar.
Una
zona peatonal con gran cantidad de negocios, puestos de comida y
restaurantes. Su cercanía al aeropuerto y la excelente comunicación de
trenes la convierte en visita indispensable para el viajero curioso, donde la
tradición y la modernidad convergen.
Tras
un recorrido muy agradable, terminamos en
Naritasan, templo budista de la secta shingon
dedicado al "dios del fuego". Serás partícipe de
todo un espectáculo envuelto en el misticismo y devoción por su pueblo y sus
costumbres.
Si
tienes la suerte de participar en la ceremonia, eres un privilegiado!, puedes
dar tu bolsa al monje y este la pasa por el fuego purificador, entre cantos,
tambores e incienso. Debes entrar descalzo al templo y permanecer arrodillado
como exige la tradición durante toda la ceremonia.
Para
los visitantes es una expresión de la cultura japonesa y de la historia, que
cuenta con más de 1000 años.
Desde
mi experiencia recomiendo el templo principal, así como el de Inari (conocida como Oinari) y hace referencia a la deidad
japonesa de la fertilidad, el arroz, la agricultura.
Los
"zorros", la industria y el éxito en general, suelen
representarse como una deidad masculina, femenina o andrógina. Es popular
tanto en la religión sintoísta como la budista. Los zorros de Inari, o kitsune, son de un blanco
puro y actúan como sus mensajeros.
El
inari es conocido por ayudar a tener éxito en los negocios.
El
complejo Naritasan,
es muy interesante y lleva su tiempo conocerlo, sus templos son espectaculares,
un paseo por la historia que te transporta a otra época, hermosos y sobrios,
con diferentes salas y una hermosa pagoda de tres niveles, en la puerta
principal,"La Gran Pagoda de la paz".
Situado
en el entorno de un parque maravilloso, que ofrece un sinfín de opciones;
rodeado de espléndidos jardines con una vegetación muy variada, lagos o
estanques llenos de carpas y aves a los que los visitantes echan de comer.
Colinas y árboles milenarios para disfrutar de largos paseos tanto en verano
como en invierno, porque cada estación es única. Además de esculturas y el
museo de caligrafía que muestra uno de los principales artes
japoneses. Los objetos allí expuestos van, desde el período Edo hasta
nuestros días.
He
recorrido varios templos en Japón y este es uno de mis
preferidos, con hermosos jardines, pagodas y lagos. No es muy
visitado por grandes grupos de turistas o escolares, y es una gran ventaja;
sufrirás para acceder a cualquier templo del país colas interminables. Razón
por la que si pasan más de medio día en algún hotel de Narita antes de
salir de Japón, la visita a este templo es recomendada, no lo dudes!!!.
Naritasan Shinshoji como
los muchos de su estilo, nos dan la bienvenida con nubes de incienso, olores y
"espíritus" convocados por rituales y oraciones de sus monjes, nos
trasladan a otra época..y como cómplice fiel, la madre naturaleza japonesa
se viste de diferentes colores en las distintas estaciones: el rosa de los
cerezos en primavera, el verde brillante de los arrozales y los bambús en
verano, el rojo de los arces y el amarillo de los ginkgos en otoño y el blanco
de la nieve en invierno. La mejor forma de conquistar a los visitantes que
viajen de nuevo a Japón, disfrutando los magníficos paisajes siempre renovados.
Y
para terminar os quiero decir que estos cambios de color y de ambiente, no se
limitan a los espacios naturales, sino que toda la sociedad japonesa se va
adaptando a las estaciones como la vida misma...Japón, es imprescindible!!!
Y
aquí no termina la historia...nos queda mucha tela que cortar...!!!
Durante
nuestro recorrido en Good Aventura, volveremos a Japón, sin dudas
el imperio del sol naciente esconde multitud de secretos; su cultura,
simplemente es apasionante y abrumadora.
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